El teatro tras el telón

David Agudo: «Te ayuda a olvidarte de los problemas por un instante, sientes, vives, te emocionas»

Fotografía en blanco y negro de los miembros de la compañía La Fam. - Lafam.es


Las artes escénicas y el teatro son una de las prácticas culturales más perjudicadas y que menos relevancia tienen en la actualidad. Los datos apuntan que las representaciones teatrales han sufrido un declive del 31 % y su audiencia se ha reducido un 25 %, desde la crisis del 2008 hasta la fecha; conforme el Anuario de Artes Escénicas, Musicales y Audiovisuales de la Fundación SGAE.  Por lo que, es un problema ya consolidado que se ha ido arraigando con el paso del tiempo. Las causas se deben, según el estudio sobre el Estado Actual del Teatro Español, de la Asociación Americana de Profesores de Español y Portugués (AATSP): a la falta de «autores inteligentes, actores fervorosos y bien preparados», y de las «nuevas formas de entretenimiento» que han encontrado su público habitual.

Sin embargo, existen artistas, aficionados y pequeñas compañías que intentan fomentar y concienciar sobre la importancia del arte teatral en la sociedad. Como es el caso de Sergi Heredia, director artístico de la Escuela Municipal de Teatro Castellón (EMTC), de la Escuela Municipal de Teatro Vila-real (EMTV) y de la compañía La Fam (Vila-real), quien afirma que el teatro es una «medicina invisible». «Es el espejo de la sociedad, del mundo y demás», explica. «El teatro es una afición que te permite desarrollar una parte creativa personal que otras actividades no te dan», añade.     


Heredia tuvo claro desde bien  pequeño que su sueño era formar parte del mundo del espectáculo. Así que, en 2014 arriesgó y dio un paso más allá: «Decidí juntarme con gente de Vila-real y Castellón para montar una compañía de teatro de calle  —La Fam— y a partir de ahí no hemos parado». «Nos hemos consolidado y actualmente realizamos unas cien funciones al año, en muchas partes de España», relata. Además, apunta que para formar parte de La Fam se requiere «una formación y una trayectoría previa» y superar una prueba de casting. Se exigen estos requisitos debido a que se dedican a espectáculos de arte de calle, que se mezclan con otras disciplinas como la danza, la música o el circo. 



Desde su compañía impulsan la actividad teatral gracias a que éstas se llevan a cabo en la vía pública. «Sé que nos ve gente que no va al teatro, que le interesa y se queda», cuenta Sergi Heredia. «Al no pagar, te puedes sumar y, si no te gusta, te puedes levantar e irte. Nadie te dirá nada.», apunta. «Con las artes de calle yo defiendo mucho el teatro», concluye. Por su parte, en la EMTC y la EMTV se imparten otras actividades. Amanda Aguilella, actriz licenciada, directora de una compañía artística de títeres y profesora de ambas escuelas señala: «Se trata de acercar la profesión a gente que quiere saber cómo se hace teatro, aprovechando las facultades de los alumnos». 


La EMTC y la EMTV no siguen el mismo protocolo de asignación que La Fam. En este caso, Sergi Heredia explica que las plazas son limitadas con un total de veinte personas por grupo. Aunque, reconoce que pese a haber grupos reducidos, no se exige una prueba para poder entrar. Pablo Rius de 21 años, aficionado al teatro y alumno de la EMTC cuenta que es muy difícil poder acceder y que, en su caso, consiguió una plaza porque por miedo al virus «mucha gente se despuntó el curso pasado». 


La crisis sanitaria sacudió aún más al sector cultural. Por su parte, el Ministerio de Cultura y Deporte elaboró un estudio sobre el impacto de la COVID-19 en el empleo cultural. El resultado fue un descenso de la ocupación del 6 % de este año, respecto al año 2019. Francesc Ismael, actor de la compañía La Sala Petita (Catalunya) recuerda el inicio de la pandemia como «un desastre total». Sergi Heredia admite que tuvieron que paralizar las escuelas de teatro y cancelar todos los contratos que tenían con la compañía. Y Pablo Rius relata que a principios de este año, meses donde hubo más incidencias de casos covid, se impartieron clases telemáticamente. «No era lo mismo, pero se podía hacer algo», reconoce Rius.  


La precariedad laboral, la incertidumbre y la falta de público son los principales obstáculos que angustian a los profesionales de las artes escénicas. En lo que se refiere a los espectadores, conforme al Anuario de Estadísticas Culturales del Ministerio de Cultura y Deporte, tan solo un 30 % de la población española acudió a algún espectáculo artístico en el año 2019. Sergi Heredia cree que se fomenta muy poco: «Estamos acostumbrados a consumir mucha televisión y consumimos muy poco arte en vivo. Nos gusta verlo todo grabado». «Si la gente fuera al teatro, descubriría cosas increíbles», añade.


Además, Heredia cree que pagar una entrada «se convierte en muy costoso para mucha gente». Por lo que respecta, el Anuario de Estadísticas Culturales informa que de media, la cuota de la entrada  a un evento teatral no sobrepasa los 10 euros, por persona. Esto implica una paradoja, según Sergi Heredia, puesto que se prefiere invertir la misma cantidad de dinero en el cine y plataformas streaming, y no por consumir teatro.


Amanda Aguilella se suma a la idea y considera que se ha perdido «el gusto por lo real y el teatro es realidad». «Vivimos en un país donde no hay cultura de teatro y hay que remontar ese desprestigio y superar a las nuevas tecnologías». Del mismo modo, ante la visión pesimista sobre el futuro de la profesión, opina al respecto: «Todo el mundo cree que el problema es la falta de continuidad. Valoran muchísimo lo que se va a cobrar a final de mes». Recalca que mediante el teatro «se expresan nuestras emociones internas» y que  es una «práctica de constante evolución». 


David Agudo, actor de 22 años de La Sala Petita (Catalunya) afirma que esta vocación le permite «vivir varias vidas en una». «Te ayuda a olvidarte de los problemas por un instante, sientes, vives, te emocionas…», menciona. Pablo Rius admite que junto a sus compañeros «son un equipo». «Estamos muy unidos», recalca. Asimismo, Aguilella reconoce que cada día hace «una cosa diferente».  «Mi profesión me parece maravillosa. Disfruto», concluye.  


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