Mario Obrero, una vida “ligada a la poesía”
No quedan muchos jóvenes que aún se atrevan a mirar a la poesía a la cara, a verla. A saber traducirla, plasmarla. "La poesía está ahí, solo tenemos que descubrirla", así lo ve Obrero, premio Loewe 2020
Mario Obrero durante su discurso en la gala del premio Loewe a la creación joven, 2020.
El mundo de la poesía a menudo nos evoca a tiempos
pasados, a poetas, o poetisas claro, fallecidos tiempo atrás, o como mucho a
los más reputados y exclusivos poetas de la actualidad, como Pablo Neruda o
Luna Miguel. Pero pocas veces pensamos en la poesía, como dijo Bécquer, como
algo inherente al hombre, como algo común, cotidiano, incluso, por qué no, innovador,
emergente.
Podría decirse que Mario Obrero es todo lo anterior,
pero sobre todo emergente, y además prometedor. 17 años le han bastado para ser
el galardonado más joven con el premio Internacional de Poesía de la Fundación
Loewe a la Creación Joven en 2020. Su poemario Peachtree City fue
el que le llevó a este logro, aunque ya había publicado otros: Carpintería
de Armónicos y Ese ruido ya pájaro.
De madre y hermana maestras de profesión, para él la
literatura y la lengua han sido un habitual en su vida. Quizás por ello la poesía
surgió en su vida de forma casi inconsciente. Según dice, de su "amor por el
lenguaje" nació la pasión por el verso, que desde su perspectiva no es otra
cosa que lenguaje, palabras «dispuestas de una manera tal y atendiendo a unas
lógicas que no corresponden con el discurso cotidiano», pero lenguaje al fin y
al cabo.
Después de diez años haciendo poesía, Obrero dice
estar ligado a ella para siempre, de un modo u otro, aunque la vida le lleve
por otro camino, él querría "seguir del lado de la poesía". Para él, la poesía
es como un acercamiento hacia lo desconocido, y eso hace del poeta un ignorante.
Por eso, del futuro espera, precisamente, poder seguir desconociendo el mundo,
para así poder continuar descubriéndolo.
La aspiración poética, la "inocencia" del poeta la
llama él.
Sin embargo, actualmente estudia Filología Hispánica,
con la intención de labrarse un futuro. Critica en este sentido el retraso de
la poesía como una profesión en España, el poder «sentirse poeta» también en un
enfoque laboral, más allá de lo anímico, de lo sentimental.
Ojalá la poesía pudiese pasar de utopía a realidad, porque
probablemente ese sea el empujón que, no Obrero, que ya lo ha visto, pero otros
muchos jóvenes necesitan para aprender a ver que poesía es muchísimo más que
unos versos que se suceden, para demostrar que el arte siempre estará implícita
en la sociedad y será siempre emergente porque es, siempre, inédita. Ese es el
anhelo de un joven que espera poder dedicarse a la poesía aún a sabiendas de
que no es un propósito sencillo.
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